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A día de hoy disponemos de una amplia variedad de condimentos y aderezos en el mercado, por lo que cambiar la sal por las especias y hierbas aromáticas puede ser una alternativa saludable para ganar salud.

A menudo, ciertas enfermedades como la hipertensión o la retención de líquidos pueden llevarnos a disminuir, o incluso suprimir, la sal de nuestra dieta habitual y de las distintas elaboraciones que llevamos a cabo en nuestras cocinas. En otras ocasiones, sin embargo, elegimos voluntariamente reducir su ingesta, puesto que conocemos bien los perjuicios que su exceso puede ocasionar en nuestro organismo.

Siguiendo las pautas y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, nuestro consumo diario de sal no debería ser mayor de 5 gramos. Sin embargo, en nuestro país superamos con creces dicha cifra a la hora de comer y cocinar.

Los datos más actuales que poseemos datan de 2013, publicados por el Libro Blanco de la Nutrición en España de la Fundación Española de la Nutrición (FEN). En él se especifica y señala que los españoles tomamos diariamente de media unos 9,8 gramos de sal. Esto supone, como hemos mencionado anteriormente, casi el doble de lo recomendado por la OMS.

Las especias: tus aliadas en la cocina

Las especias y hierbas aromáticas suponen un sustitutivo natural y saludable de la sal. Además, son condimentos extraordinarios para potenciar el sabor de nuestros platos, preparar salsas o guisos, y brindarnos nuevas sensaciones y matices a nuestras vidas y paladares.

Como mencionamos al principio, encontramos hoy en día una gran variedad de ellas. Todas, incluso, con importantes beneficios y propiedades para nuestra salud como el azafrán, el clavo, la canela, la cúrcuma o el jengibre.

Y todas ellas puedes encontrarlas de primera calidad en Magenis, en nuestra amplia gama de especias y condimentos.

La sal también es necesaria

Puñado de sal
La sal también constituye un elemento importante de salud en nuestra dieta.

Sin embargo, sigue siendo importante el consumo de sal en nuestro día a día, ya que también es necesaria para nuestra salud y el correcto funcionamiento de nuestro organismo.

Por un lado, si simplemente no deseamos disminuir su consumo de forma repentina y drástica, podemos llevarlo a cabo de manera paulatina. De esta forma nos iremos acostumbrando al sabor de los alimentos sin necesidad de hacer uso de la sal.

Por otro, podríamos igualmente optar por una sal baja en sodio o por emplear un tipo de sal de mayor calidad a la habitual, escogiendo sales que no hayan sido refinadas. Un ejemplo de ello serían la sal marina y la proveniente del Himalaya, ya que comparadas con la sal común o de mesa, suponen una alternativa más saludable.